sábado, 21 de abril de 2007

El gusto.

Bourdieu.

El autor nos habla sobre la educación de la cultura, enfrentando el gusto de la clase dominante, es decir, que los consumidores adquieren los objetos y productos de su mejor elección, así mimos cabe mencionar que los productos elegidos tienen un enlace con la educación que tienen y dependiendo del genero y épocas en las que se encuentre el consumidor.

El gusto también se relaciona y se establece en los campos de la enseñanza escolar, tales como la música, la pintura, el cine, el jazz, etc. La relación que se tiene en el gusto depende de la enseñanza y la educación ya que esto permite tener un buen o mal gusto de la adquisición de estos campos, depende totalmente del tipo de refinamiento de la persona.

La música es un arte puro ya que tiene una función expresiva donde no hay nada que decir o de lo contrario mucho que decir sin tener la necesidad de conversar. El teatro es similar ya que las expresiones forman un sentimiento un poco mas arraigado a la sociedad representando al mundo social.

Un ejemplo de la disposición estética es la obra de arte, donde los objetos tienen una representación individual y una legitimidad propiamente artística, tiene un significado para cada clase social.

Es muy importante la lectura de Bourdieu, ya que nos traslada a un significado de enseñanza y gusto con las diferentes formas de expresión en las culturas, arte y demás.

Comentario por 51840.

viernes, 20 de abril de 2007

El buen gusto

El buen gusto se ha definido como una serie, actividades que se realizan, que según la mirada de los demás es bueno o malo, es claramente una dicotomía, dicotomía en la que aun se vive y al aprecer no se quiere salir de ella, por comodidad, o por mantener un estatus social. Es una manera de crear y producir mas violencia simbólica.

El deporte es una forma de legitimacion entre los demás hombres, que se note la diferencia, que existe entre la gallardia del dominate y la sumision del dominado.
Se necesitan reconocimientos o la legitimacion de los demas, para que se reconosca todo lo que has hecho. y ya.
Alberto. Vera.

EL BUEN Y EL MAL GUSTO ¿EXISTEN?



Es muy dificl definir en nuestros tiempos que es el buen o el mal gusto, lo que si puedo decir, es que se clasifica segun las clases sociales, que emiten su juicio con respesto a tal o cual actividad, ya sea cultural, deportiva, etc.
Todos estos tipos de gustos, diferencian a las personas de sus iguales, los hacen subir o bajar escalas sociales <¿según quié?>, que ellos mismos se han construido para ser superiores ironico ¿No?. Lo cierto es que cada persona esta capacitada para adaptarse al medio en el que sea trasladado, lo biologico no es un determinante social no creo que nada lo sea , y seria absurdo querer pretender que asi sea, sería pensar de manera burgués, esa forma de pensar que tanto criticamos, es la misma pauta que seguimos en nuestras vidas, no es una forma congruente, de vivir, planear, de pensar, de enseñar., lo que critico es la gran diferencia entre lo que se dice y lo que se hace, tal vez lo entiendo, esta tan introyectado dentro de las personas, que no se dan cuentan cuando se proyectan.
¿Quien define el buen o mal gusto, Eco, Bourdieu, la sociedad o quién?
atte yamel Reza 76704

lunes, 16 de abril de 2007

La izquierda no sabe sonreir

Foto: AP

Independientemente de quién haya clasificado arbitrariamente a los grupos sociales como «de izquierda» y «de derecha», bien podríamos identificar a la izquierda como a aquellos que afirman pertenecer a ese bando. Sin embargo, dentro del espectro político mexicano, tal ubicación resulta sumamente confusa, puesto que abundan los políticos acomodaticios que hace tiempo decían ser de derecha (Partido Acción Nacional, Verde Ecologista de México o Revolucionario Institucional), y ahora resulta que son de izquierda, o viceversa, existen muchos que decían ser de izquierda (Partido de la Revolución Democrática, Alternativa, Partido del Trabajo o —nuevamente— PVEM) y ahora pregonan que son de derecha sólo porque les dieron un «hueso» o porque sus partidos no los propusieron como candidatos.
Pero, en fin, aquí nos referiremos en particular a los que obstinadamente afirman o les conviene proclamarse como de izquierda. A éstos nos parece que se les olvidó ser propositivos. Desde que aparecieron en escena, siempre han estado peleando, siempre han estado discutiendo, siempre están apostando al conflicto, mas no porque sean anticonformistas o enarbolen causas justas, lo cual sería plausible; ni tampoco porque quieran el progreso de la Nación, sino simplemente por su afán de parecer «combativos» y de hacerse notar.
Incapaces de establecer un sano diálogo opositor, de establecer discusión o negociación, recurren a la violencia. Les encanta «sembrar vientos para cosechar tempestades», pero nunca aceptan que alguien esté en desacuerdo con sus afirmaciones, no aceptan que alguien quiera aplacar sus provocaciones, que no benefician nada al País. Son seres de constante gesto de amargura y ceño fruncido que, en verdad, no saben sonreír. No les importa el desarrollo de la sociedad; les importa mantenerse en el candelero mediante el escándalo, de la protesta, la riña, la agresividad, las marchas y manifestaciones.
Ésos son los valores políticos de la izquierda nacional. Han creado sus propios símbolos y sus maneras de hacer política, pero en nada son positivos, y su fruto es poco aplicable a la paz y el progreso del País.
Es cierto que, para que la sociedad se transforme, debe sufrir cambios, entrar —en cierto sentido— en conflicto, estar bajo la lupa de la crítica y de la observación, pero empleando para ello las armas de la claridad intelectual, de los valores morales, de lo espiritual y ético, no con la verborrea vacía, la diatriba o el autoaniquilamiento vestido de engaños, como por ejemplo, la búsqueda de la eliminación legal de la vida. Algunos de ellos dirán que saben defender las plantas y los animales, la ecología, pero lo que pretenden ahora es destruir vidas humanas, y con esto sólo provocar dolor y tristeza.
Alguien señaló respecto a la izquierda: «Ha llegado el tiempo de cobrar facturas y estar en guerra, porque perdieron las elecciones». Mientras estuvieron en campaña eludieron temas controversiales que les hubieran restado votos, pero como no ganaron, ahora viene la venganza.
Hoy no desean discutir en serio temas como la eutanasia y el aborto, sino confrontar a la sociedad mexicana, hacer estallar una lucha de todos contra todos. Piensan que esto será bueno y que algo provechoso habrán de obtener de la destrucción por ellos provocada. En verdad que la «izquierda» no sabe sonreír, ni lo sabrá.
Rafael Pérez Taylor